No había cumplido yo los 15 años cuando me pidieron que fuera a dar ánimos a un chico que había perdido una pierna por una explosión. Pensaron en mí por mi buen ánimo y mi manera de llevar mi carencia de una pierna. Y allí fui, y aunque no fue fácil empecé a aprender a transmitir emociones.

Procuro ser positivo y afrontar la vida con una sonrisa, y si bien me es literalmente imposible levantarme con el pie izquierdo, tengo días y momentos malos como todo el mundo. Ahora bien, siempre con la filosofía de que el único fracaso es no intentarlo.

Así, a lo largo de mi vida me ha tocado muchas veces contar mi experiencia a personas, grupos, medios de comunicación y también ante grandes auditorios llenos de profesionales en eventos de importantes empresas. Y siempre, describiendo mis situaciones y los obstáculos que parecían insalvables, para después demostrar que los éxitos se alcanzan. Que nadie gana ni nadie pierde antes de empezar. Que es el camino el que nos lleva hasta la meta, no los pensamientos o las condiciones que tengas en la línea de salida.

Profesionalmente, la tarea de gestionar equipos de fútbol desde los 14 años, luchando contra los prejuicios, motivando jugadores en los vestuarios y los entrenamientos, y, en los últimos años, dirigiendo una Escuela de Fútbol … todo en la vida es un gran aprendizaje que me ha ayudado a comunicar mejor.

Hay actividades que eliges tú. Y otras que te eligen a ti. En este caso creo que han sido los demás los que me han empujado a compartir mi experiencia y enfocar las enseñanzas de la vida para transmitirlas y ayudar a los demás.